Matán Torá

 

Matán Torá (La entrega de la Torá)

“Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18)

Rabí Akiva dijo: "Esta es una gran regla (o principio) de la Torá"

1. *Esta declaración de nuestros sabios requiere una explicación. Debido a que la palabra klal (principio o regla general) indica una suma de detalles que una vez reunidos conforman un conjunto. Por lo tanto encontramos que cuando se dice que la Mitzvá "Ama a tu prójimo como a ti mismo", es una gran regla de la Torá, debemos entender que las otras 612 Mitzvot (preceptos) de la Torá, con todas sus interpretaciones, no son ni más ni menos que la suma de los detalles insertados y contenidos en esa única Mitzvá de "Amar a tu prójimo como a ti mismo".

Esto es bastante asombroso, porque lo mismo podría decirse respecto de los preceptos entre el hombre y su semejante, pero, ¿cómo puede esta única Mitzvá contener en sí todos los preceptos entre el hombre y HaShem, que son los principales de la Torá y la mayoría de los preceptos fundamentales?

2. Y si todavía podemos esforzarnos en encontrar alguna forma de explicar estas palabras, tenemos ante nosotros un segundo dicho, aún más notable, respecto de un converso que se presentó ante Hillel y le pidió: "Enséñame toda la Torá mientras que me sostengo en un solo pie". Y éste le respondió: "No hagas a tu prójimo todo aquello que detestas para ti" (ésta es la traducción del arameo de "Ama a tu prójimo como a ti mismo"), "y el resto es su comentario; vete y estudia.”

Tenemos ante nosotros una Halajá (ley) clara, ninguna de las 612 mitzvót (preceptos) restantes u otros principios o reglas de la Torá es más importante que "Ama a tu prójimo como a ti mismo", porque el único propósito de éstos es interpretar y permitirnos observar el precepto de amar a nuestro prójimo sin reservas,  puesto que se dice específicamente: "el resto es su comentario; vete y estudia". Esto quiere decir que el resto de la Torá es una interpretación de esta única Mitzvá, y que esta Mitzvá de amar a tu prójimo como a ti mismo no se puede completar sin el resto.

3. Antes de que profundicemos sobre el tema, debemos reflexionar este precepto cuidadosamente, tal y como se nos ha dicho: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". La expresión "ti mismo" nos dice que se debe amar al amigo en la misma medida que nos amamos a nosotros mismos, y en ningún caso menos que eso. Lo cual quiere decir que constantemente debemos estar atentos a satisfacer las necesidades de todos y cada uno de los miembros del pueblo de Israel, de la misma forma que estamos atentos a satisfacer nuestras propias necesidades. 

Esto es absolutamente imposible, ya que no muchas personas pueden satisfacer sus propias necesidades durante la faena diaria, entonces ¿cómo se les puede pedir que trabajen para satisfacer los deseos de todo el pueblo? Y tampoco podríamos pensar que posiblemente la Torá exagera, ya que nos advierte no agregar ni sustraer, para demostrar que estas palabras y leyes fueron dadas con total precisión.

4. Y si esto aún no fuera suficiente para usted, déjeme decirle que la simple explicación del precepto de amar al prójimo es aún más rigurosa, pues tenemos que colocar las necesidades de nuestros amigos antes que las propias; como han escrito nuestros sabios a propósito del versículo, "porque se siente bien contigo" (Devarim/Deuteronomio 15:16), respecto del esclavo hebreo: "Cuando en ocasiones no hay sino sólo un cojín, si uno se acuesta sobre éste y no lo entrega a su esclavo, no está cumpliendo, "porque se siente bien contigo", porque él está acostado sobre un cojín mientras que el esclavo está en el suelo. Y si no se acuesta en el cojín y tampoco se lo entrega a su esclavo, eso es una regla Sodomita. Resulta que él debe entregárselo a su esclavo y echarse en el suelo.

Encontramos también la misma instrucción en la frase acerca de la medida de amar al prójimo, porque aquí también se compara la satisfacción de las necesidades del amigo con la satisfacción de las propias necesidades, como en el ejemplo de "porque se siente bien contigo" en referencia al esclavo hebreo. Entonces también aquí si uno no tiene más de una silla, existe una ley de que si uno se sienta en ella y no la entrega a su amigo, rompe el mandamiento de "Ama a tu prójimo como a ti mismo" porque no está satisfaciendo las necesidades de su amigo de la misma forma que satisface las propias.

Y si no se sienta sobre ella ni la entrega a su amigo, eso es tan malo como una regla Sodomita. Por lo tanto uno debe dejar que su amigo se siente en ella y permanecer de pie o bien sentarse en el suelo. Se entiende que se refiere a la ley que concierne a todas las necesidades que están a su alcance y de las cuales su amigo carece. Y ahora ve y observa si este precepto es de algún modo factible.

5. En primer lugar debemos comprender por qué la Torá fue entregada específicamente al pueblo de Israel y no a todos los pueblos de la Tierra. ¿Hay nacionalismo involucrado allí? ¡HaShem no lo permita! Por supuesto que sólo una persona insana puede pensar esto. En efecto, nuestros sabios han examinado esta cuestión y esto es lo que quisieron decir con las palabras, "HaShem le propuso [la Torá] a todas las naciones y pueblos y estos no la recibieron".

Pero lo que encontraron los sabios desconcertante es ¿por qué entonces somos llamados “el pueblo elegido”, como se dice, "a ti te escogió HaShem” (Devarim/Deuteronomio 7:6), ¿puesto que no había ninguna otra nación que quisiera? Además, ¿puede ser posible que HaShem viniera con Su Torá entre Sus manos para negociar con otros pueblos? Nunca se ha escuchado hablar de algo parecido y es completamente inaceptable.

6. Pero, cuando comprendemos cabalmente la esencia de la Torá y las Mitzvot que nos fueron entregados y su propósito deseado –como los sabios nos han enseñado– que es el propósito de esta formidable creación que se levanta frente a nuestros ojos, entonces comprendemos todo. Pues el primer postulado es que no existe una acción que no tenga un propósito. Y no existen excepciones, solo en los dementes y los en bebés. Por lo tanto es seguro que el Creador, cuya sublimidad está por encima de nuestro entendimiento, no actúa sin un propósito, ya sea esta acción pequeña o grande.

Acerca de esto nuestros sabios nos dicen que el mundo fue creado sólo con el propósito de observar Torá y Mitzvot, es decir la meta del Creador desde el tiempo que Él creó Su creación es revelar Su Divinidad a otros. Porque la revelación de Su Divinidad alcanza a la criatura como una agradable propagación que siempre va en aumento hasta que llega la medida deseada finalmente.

Y por esto, los humildes se elevan con el verdadero reconocimiento y se convierten en recipientes adecuados para recibir Su divinidad y se adhieren a Él hasta que alcanzan su realización final: "Ningún ojo ha visto a HaShem fuera de Ti” (Ieshaiahu/Isaías 64:3). Y debido a la grandeza y la gloria de esa perfección, la Torá y la profecía también se abstuvieron de pronunciar aquí ninguna palabra de exageración, como dijeron nuestros sabios: "Todos los profetas profetizaron hasta los días del Mashiaj, pero para el mundo por venir, ningún ojo ha visto a HaShem, sólo tú".

Esta perfección se expresa en las palabras de la Torá y la profecía y en las palabras de nuestros sabios en un solo término, Dvekut (adhesión). Pero el empleo común de este término por las masas ha perdido prácticamente todo su contenido. Pero, si piensas profundamente en esta palabra aún por un instante, te abrumarás por su estatura maravillosa, porque te harás una idea de la exaltación del Creador y la pequeñez de la criatura. Entonces serás capaz de percibir el valor de Dvekut (adhesión) de HaShem con la criatura, y comprenderás por qué le atribuimos a esta palabra el propósito de toda la Creación.

En resumen, el propósito de toda la Creación es que las pequeñas criaturas sean capaces, mediante la observación de Torá y Mitzvot, de elevarse aún más, hasta alcanzar Dvekut con su Creador.

7. Pero aquí entran en escena los cabalistas y preguntan: ¿Por qué no fuimos creados desde el principio en este elevado estado de adhesión? ¿Qué razón pudo tener Él para darnos este trabajo arduo de vivir y el cumplimiento de la Torá y las Mitzvot? Y ellos respondieron: "Aquel que come de lo que no le pertenece se avergüenza de mirarlo a la cara", porque al hacerlo, se siente cada vez más humillado, hasta que finalmente pierde toda humanidad. De acuerdo a esta regla, de haber recibido el nivel de adhesión completo, sin haberlo ganado por medio de la Torá y las Mitzvot junto con el deleite eterno, sentiríamos una vergüenza constante, HaShem nos ha dado lugar para ganar nuestra propia elevación, a través de nuestro trabajo en Torá y Mitzvot.

Estas palabras son muy profundas y ya las he explicado en mi libro Panim Me'irot Umasbirot al Etz Jaim en la primera sección y en el Talmud Eser Sefirot - Histaklut Pnimit, primera parte. Aquí las voy a explicar brevemente para hacerlas comprensibles a todos.

8. Esto se parece a un hombre rico que encuentra a un individuo de la calle y cada día lo alimenta, y le da oro y plata y otras cosas deseables. Y cada día le añade más regalos que el día anterior. Finalmente, el hombre rico pregunta: dime, ¿han quedado todos tus deseos satisfechos? Y el hombre de la calle le responde: “todavía no, pues cuán agradable y maravilloso sería si todas estas posesiones y cosas preciosas llegaran a mí por mi propio trabajo, tal como llegaron hasta ti, así no tendría que estar recibiendo la caridad de tu mano”. El hombre rico le dijo entonces: “En ese caso, no ha nacido la persona que pueda satisfacer tus deseos”.

Esto es algo natural, pues por una parte, experimenta un inmenso placer y lo disfruta cada vez más a medida que el hombre rico lo cubre de regalos, pero por otra parte, para él es difícil soportar la vergüenza que siente por la excesiva bondad con que el rico lo prodiga. Esto se debe a que existe una ley natural de que el receptor experimenta vergüenza e impaciencia cuando recibe los regalos del dador.

De allí se deriva una segunda ley, que nunca nadie será capaz de satisfacer plenamente las necesidades de su amigo, porque a fin de cuentas no puede darle la naturaleza ni la forma de la auto-posesión, con la que únicamente se obtiene la perfección deseada.

Pero eso se refiere únicamente con las criaturas, mientras que en lo relativo al Creador, esto es completamente imposible e inaceptable. Y esta es la razón de que Él haya preparado para nosotros el trabajo de Torá y Mitzvot, para producir nuestra elevación por nuestro esfuerzo, porque entonces el deleite que llega a nosotros desde HaShem, es decir, todo lo que está incluido en la Dvekut con Él, serán nuestras propias posesiones que habremos ganado con nuestros propios esfuerzos. Entonces nos sentiremos los dueños, sentimiento sin el cual no puede existir sensación de plenitud.

9. En efecto, necesitamos profundizar en este principio y en la fuente de esta ley natural, y de dónde proviene la vergüenza y la impaciencia que experimentamos cuando recibimos caridad de alguien. Esto se entiende a partir de la ley, que los científicos conocen, de que toda rama exhibe la misma naturaleza que su raíz y que la rama también desea, busca y anhela todas las conductas de la raíz. Y por el contrario, la rama se aleja de, y no puede tolerar, aquellas conductas que no se encuentran en la raíz, y es dañada por ellas. Esta ley existe entre cada raíz y cada rama y no  puede ser violada.

Desde aquí, se abre ante nosotros una puerta para comprender la fuente de todos los placeres y los males que residen en nuestro mundo. Puesto que HaShem es la raíz de Sus creaciones, todo lo que reside en Él y se extiende a nosotros directamente desde Él lo sentimos como placentero y delicioso, porque nuestra naturaleza está cerca de nuestra raíz.

Los atributos que no residen en Él y que no provienen directamente de Él, de acuerdo con la polaridad de la Creación misma, irán en contra de nuestra naturaleza y será difícil que nosotros los toleremos. Por ejemplo, amamos descansar y odiamos tanto movernos que no hacemos siquiera un movimiento que no esté destinado a alcanzar el descanso. Esto se debe a que nuestra raíz es inmóvil y en reposo constante y a que no existe movimiento en Él, HaShem no lo permita. Por lo tanto es aborrecido por nosotros y también va en contra de nuestra naturaleza.

Por lo cual, amamos la sabiduría, la fuerza y la abundancia, pues todos estos atributos residen en Él, que es nuestra raíz. Es por eso que detestamos todos sus opuestos, tales como la estupidez, la debilidad y la carencia, porque estos no residen en Él, lo que nos hace odiarlos y nos provoca un dolor intolerable.

10. Esto es lo que nos provoca el sabor desagradable de vergüenza e impaciencia cuando recibimos de los otros por caridad, porque no se encuentra en el Creador, HaShem no lo permita, algo como recibir favores, porque ¿de quién podría recibir Él? Y como este elemento no existe en nuestra raíz, lo encontramos repulsivo y detestable. Y por el contrario, experimentamos deleite y placer cada vez que damos a los demás, ya que esta conducta existe en nuestra raíz, que es benévola.

11. Ahora hemos encontrado un medio para examinar el propósito de la Creación, que es adherirse a Él, en su verdadera apariencia. Esta exaltación y Dvekut, que está garantizada que llegue a nosotros a través de nuestro trabajo en Torá y Mitzvot, no es más ni menos que la equivalencia de las ramas con su raíz. Toda la delicadeza, el placer y la sublimidad se convierten en una extensión natural aquí, como hemos dicho anteriormente, que el placer es sólo la equivalencia de forma con el Creador. Y cuando nos hemos igualado con cada conducta que se encuentra en nuestra raíz, experimentamos deleite.

Además, todo lo que no está en nuestra raíz se  vuelve intolerable, repugnante o considerablemente penoso para nosotros. Y de forma natural acabamos encontrando que nuestra verdadera esperanza depende de nuestra equivalencia con nuestra raíz.

12. Estas fueron las palabras de nuestros sabios cuando preguntaron, "¿Por qué nos exigío HaShem que se haga shejitá (carnear el animal) por la garganta o por la nuca?" Después de todo, las Mitzvot han sido entregadas para refinar a las personas, y este refinamiento significa la purificación del cuerpo, la cual es el propósito que surge del cumplimiento de Torá y Mitzvot.

"El hombre vano se hará inteligente, aunque nazca como un burrito salvaje" (Iiov/Job 11:12)”, porque cuando sale del seno de la Creación está totalmente alejado de su Creador, es decir que está impresa en él una abundancia de egoísmo, y cada uno de sus movimientos giran únicamente alrededor de sí mismo, sin una pizca de otorgamiento hacia los demás.

En esa situación el hombre se encuentra enormemente distanciado de su raíz, en el otro extremo, dado que la raíz es todo otorgamiento sin indicio de recepción, mientras el recién nacido es todo recepción para sí mismo sin indicio de conferir. Por lo tanto su situación se considera como el punto más bajo, que existe en el ser humano.

Cuando crece, recibe de su ambiente una educación basada en "influir a los demás" dependiendo de los valores y del desarrollo de su ambiente. Y entonces es iniciado en Torá y Mitzvot con el propósito de "amarse a sí mismo", para obtener una recompensa en este mundo y en el siguiente, pero ese no es el propósito, pero no se lo puede acostumbrar de otra forma. Únicamente cuando crecen y obtienen conocimiento y sabiduría se les enseña a trabajar haciendo najat ruaj (dando satisfacción) al Creador".

El estudio de Torá y Mitzvot, haciendo najat ruaj al Creador, tiene la potencia de curarnos del egoísmo como dijeron nuestros sabios: "El Creador dijo, Yo he creado la inclinación al mal, Yo he creado para ello la Torá como una cura contra la inclinación al mal", por medio del estudio de la Torá, la criatura desarrolla y refina su ser y se eleva hasta conseguir que se pierda todo vestigio de egoísmo en ella. A esto se refirieron nuestros sabios cuando dijeron: "Las Mitzvot fueron dadas para servir a que las personas se purifiquen con ellas" [purificar significa dejar el egoísmo y adquirir el altruismo].

13. Existen dos partes en la Torá: 1) las Mitzvot entre el hombre y HaShem, y 2) las Mitzvot entre el hombre y su semejante; las dos tienen el mismo fin: conducir a la criatura al propósito de Dvekut con Él.

Además, incluso el lado práctico de cada una de ellas no es más que la misma cosa, pues cuando alguien actúa para hacer najat ruaj al Creador, sin mezcla de egoísmo, es decir, sin buscar ningún provecho para sí mismo, entonces la persona no siente ninguna diferencia en si trabaja para amar a su amigo o para amar al Creador.

Esto se debe a que existe una ley natural para todo ser, que cualquier cosa externa al propio cuerpo se considera ilusoria y vacía, y cualquier movimiento que la persona realiza para amar a su semejante lo realiza con una Luz retornante, pues obtendrá una recompensa que finalmente volverá a él y que le servirá para su propio bien. Sin embargo, una acción así no puede considerarse como "amor al prójimo" porque es juzgada según su propio fin; es similar a un alquiler que finalmente se paga. Por lo tanto, actúa como el mismo acto de alquilar, y el alquiler no se considera amor al prójimo.

Pero actuar sólo por amor al prójimo, es decir, sin una pizca de luz retornante y sin esperanza alguna de una gratificación para sí mismo, es completamente imposible. Acerca de esto se dice en el Zohar, "Toda buena acción que hacen, la realizan para sí mismos".

Esto quiere decir que todas las "buenas obras" que realizan, sea para sus amigos o para "sus ídolos", no se deben a su amor por los demás, sino a su amor propio. Por lo tanto nunca podrán hacer una acción que esté más allá de su propio cuerpo, esas "buenas obras" no lo elevarán en absoluto de su naturaleza egoísta.

Por lo tanto, solo aquellos que observan Torá y Mitzvot están calificados para ello, porque cuando uno se acostumbra a observar Torá y Mitzvot para darle najat ruaj al Creador, se aleja progresivamente del seno de la Creación natural y adquiere una segunda naturaleza, que es el amor al prójimo mencionado anteriormente.

Esto es lo que llevó a los sabios del Zohar a excluir a las naciones del mundo de la cuestión de amar a su prójimo, cuando dijeron que, "Todo acto de bien que realizan es únicamente para sí mismos", pues carecen de la observancia de Torá y Mitzvot, para hacer najat ruaj al Creador, y la idolatría es para obtener una recompensa en este mundo y en el próximo. Por lo tanto, la idolaría no es sino egoísmo, y ellos nunca realizarán una acción que esté fuera de los límites de sus propios cuerpos, por lo cual no serán capaces de elevarse siquiera una pizca por encima de su naturaleza egoísta innata.

14. Así pues, podemos ver claramente que para aquellos que observan Torá y Mitzvot, para hacer najat ruaj al Creador, no existe diferencia entre las dos partes de la Torá, pues antes de que alcance una segunda naturaleza [completamente altruista] es obvio que toda acción que realice con HaShem o con el prójimo será como un vacío. Pero a través de grandes esfuerzos uno se eleva lentamente y obtiene una segunda naturaleza y entonces alcanza la meta final, que es Dvekut con Él.

Por lo tanto, es razonable pensar que la parte de la Torá que trata de la relación del hombre con el prójimo es más susceptible de conducirnos a la meta deseada, ya que el trabajo en Mitzvot entre uno mismo y HaShem es fijo y específico, por lo tanto uno puede fácilmente acostumbrase y cualquier cosa que se haga por costumbre no es útil, mientras que las Mitzvot entre el hombre y su semejante son variables e irregulares, y continuamente hay nuevas exigencias en todos los ámbitos. Por lo tanto, su mérito es mucho más cierto y su finalidad más cercana.

15. Ahora podemos comprender de las palabras de Hillel HaNasí al converso, que la esencia de la Torá es: "Ama a tu prójimo como a ti mismo", y el resto de los 612 Mitzvot no son más que interpretaciones de esto. Y que las  Mitzvot entre el hombre y HaShem también se consideran como una calificación de esta Mitzvá, que es la meta final de la Torá y las Mitzvot, como dijeron nuestros sabios, "La Torá y las Mitzvot no fueron dadas sino para purificar a Israel con ellas", que es el refinamiento del cuerpo, hasta que el hombre alcanza una segunda naturaleza definida por su amor por los demás, es decir, el precepto de "Ama a tu prójimo como a ti mismo" que es la meta final de la Torá, después de lo cual uno logra de inmediato Dvekut con Él.

Pero no debe asombrarnos por qué esto no está definido en las palabras: "Y amarás a HaShem, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Devarim/Deuteronomio 6:5). Esto se debe a  que, en efecto, para el hombre que todavía se encuentra  en el seno de la naturaleza de la Creación, no existe diferencia entre el amor a HaShem y el amor al prójimo.

Esto es porque todo lo que no es él mismo le resulta irreal. Y como el converso le pidió a Hillel HaNasí que le explicara el objetivo deseado por la Torá, para poder lograr su meta fácilmente y no tener que recorrer un largo camino hasta alcanzarla, por eso le dijo: "enséñame toda la Torá mientras me sostengo en una pierna". De esta forma, él se la definió como amor al prójimo, porque esta meta está más cercana y se revela más fácilmente, porque no entendemos cómo HaShem nos califica pero sí a la gente que nos rodea.

16. Ahora que podemos comprender el concepto acerca de la Mitzvá "Ama a tu prójimo como a ti mismo", ¿cómo la Torá nos obliga a hacer algo que no puede ser realizado?.

Esta es la razón por la cual la Torá no fue entregada a nuestros patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, sino que hasta el éxodo de Egipto, cuando se formaron en una nación de seiscientas mil personas de veinte años o más. Fue entonces que se preguntó a cada miembro de la nación si aceptaba ese trabajo sublime, y cuando cada uno aceptó con completa devoción y dijeron "Naasé venishmá, haremos y escucharemos" (Shemot/Éxodo 24:7), entonces fue posible la realidad de cumplir la Torá en su totalidad, lo que antes se consideraba imposible se hizo posible.

Porque es cierto que si seiscientas mil personas abandonan el trabajo para satisfacer sus necesidades personales y se preocupan por velar de que a sus amigos no les falte nada, y si además ellas lo realizan con un profundo amor en sus corazones y sus almas, en el pleno significado del precepto "Ama a tu prójimo como a ti mismo", entonces no cabe ninguna duda de que ningún hombre de la nación tendrá necesidad de preocuparse por su propio bienestar.

Gracias a ello, el hombre puede liberarse completamente del apremio de asegurar su propia supervivencia y puede observar fácilmente el precepto "Ama a tu prójimo como a ti mismo", obedeciendo todas las condiciones dadas en los puntos 3 y 4. Después de todo, ¿por qué preocuparse de la propia supervivencia cuando seiscientos mil amigos leales están dispuestos con gran atención a asegurar que nada le falte?.

Por consiguiente, una vez que todos los miembros de la nación concordaron, inmediatamente les fue entregada la Torá, porque ya  eran capaces de observarla. Pero no antes de que se convirtieran en una nación completa; y por cierto, durante la época de nuestros patriarcas, que eran únicos sobre la tierra, no estaban calificados para observar verdaderamente la Torá en la forma deseada. Esto es porque con un número pequeño de personas es imposible ni siquiera empezar con la cuestión de las Mitzvot entre el hombre y su prójimo hasta el grado de "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Esta es la razón de porqué no les fue entregada la Torá.

17. Con todo lo tratado anteriormente podemos comprender una de las frases de nuestros sabios: "De que todo Israel es responsable uno del otro", que es totalmente injusto, ya que ¿es posible que cuando alguien haya pecado contra su Creador, y no haya relación con ese prójimo, HaShem le cobrará su deuda? La Torá nos dice: "No han de ser muertos los padres por los hijos… sino que cada hombre ha de ser muerto por su propio pecado” (Devarim/Deuteronomio 24:16) entonces ¿cómo se puede decir que uno es responsable de los pecados aún de quien es un completo forastero, a quien no conocemos ni sabemos de dónde proviene?.

Si esto no es suficiente para usted, nuestros sabios dicen en Talmud Kidushin, 40:2, "Rabí Elazar, el hijo de Rabí Shimón dice, puesto que el mundo es juzgado por su mayoría y el individuo es juzgado por su mayoría, si ha cumplido una Mitzvá, ha hecho que la balanza mundial se incline para el lado positivo, y si ha cometido un pecado, ha hecho que la balanza mundial se incline hacia el lado negativo, como está escrito, “un pecador destruye mucho bien".

De esta manera, Rabí Elazar, el hijo de Rabí Shimón, me ha hecho responsable del mundo entero, pues si el mundo entero es responsable de cada persona y cada persona provoca con sus actos méritos o pecados al mundo entero, esto es asombroso.

De acuerdo con lo dicho anteriormente podemos entender sus palabras muy sencillamente, porque hemos mostrado que cada una de las 613 Mitzvot gira alrededor de una sola Mitzvá: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Y vemos que tal condición solo puede existir en una nación cuyos miembros están dispuestos a ello.

Rav Yehuda Halevi Ashlag (Baal HaShulam) zt"l

 

* En la traducción al español hemos tratado de aproximarnos al texto de Rav Ashlag zt"l en hebreo, y por supuesto, no se obtiene el significado intrínseco del lenguaje original.