El nombre es el puente para poder comprender al máximo el tema con el que nos estamos relacionando. Cuando una persona no puede concebir algo, no tiene palabras para definirlo. La filosofía habla de cosas que no son percibidas; dicen que los filósofos son un grupo de enterradores, porque cada uno que llega, entierra la teoría del precedente. La Kabalá se aparta de la filosofía, no tiene nada que ver con ella. La filosofía trata de ideas abstractas y la Kabalá sólo habla de lo que percibimos y sólo lo hace cuando se percibe perfectamente. La Kabalá no es mística, es el nivel más profundo de comprensión de la Torá, y la Torá son las leyes eternas que rigen a todos los mundos. Am Israel recibió la Torá en Har Sinaí, cuando el pueblo se refinó y llegó al nivel adecuado, porque la Torá sólo se puede recibir si refinamos nuestras cualidades.
Por consiguiente, el Creador no tiene nombre, pero sin embargo, nombramos al Or que emana de El, y como es un sistema muy complejo, hay muchos nombres que definen Su luz.
Es así que entendemos cómo HaShem supervisa la Creación. Mientras unas personas sufren enfermedades, otras están sanas; vemos que hay gente que lo tiene todo y siempre está deprimida, y por el contrario otros que no tienen nada están siempre alegres; hay gente sabia y otra que no lo es tanto, etc. A cada forma de percepción le podríamos dar un nombre. Unos ven misericordia y otros crueldad; unos ven jésed-bondad y otros din-juicio o rigor. Hay muchas ramificaciones. Al final todos veremos que todo está para un solo y único objetivo, es por eso que a cada ramificación le damos un nombre específico, para entender cuál es la causa y cuál es la consecuencia que nos conducen al objetivo.
En este mundo y en especial en esta generación estamos acostumbrados a que lo que no vemos no existe, pero vamos a comprobar que a pesar de eso, sí que creemos en lo que no vemos. Por ejemplo vamos al médico y nos receta ciertos medicamentos y aunque no sepamos lo que son, los tomamos; creemos al médico. Hoy todos los estudiantes saben lo que son los átomos y cómo están compuestos; hablan del tema con una familiaridad pasmosa aunque nunca los hayan visto; nosotros tampoco; sabemos que están, pero no los percibimos.
¿Es suficiente con estudiar algo que no se puede percibir? La respuesta es sí. ¿Por qué tenemos cinco dedos en la mano?, ¿alguien se lo ha preguntado o se ha lamentado por no tener seis? Goliat tenía seis dedos, pero no podemos asegurar que se hiciera esta pregunta, ya que todo lo que nos da la Supervisión divina es perfectamente suficiente para el trabajo que tenemos que hacer. Si nos han creado con dos brazos, nadie pensará que carece de tres. Tenemos todo lo que necesitamos, lo podemos ver en la naturaleza; por ejemplo, cada pájaro tiene exactamente lo que necesita: el alimento y el entorno, y el ser humano es el único que puede llegar a modificarlo. Hace cientos de años había un ave en Madagascar que ya no existe debido a la acción del hombre. Pero si el hombre no interviene de forma negativa, todo lo que viene de la Supervisión es suficiente para nuestra vida. Aunque no lo percibamos, aunque sólo lo entendamos mentalmente, también nos valdrá y nos ayudará a elevarnos.
Hemos dicho que hay raíces y ramificaciones que van desarrollándose de arriba hasta abajo y ahí vemos el lenguaje, pues cada ramificación y cada causa tienen su nombre específico que determina su lugar particular. El principio del estudio de la Kabalá es estudiar el primer sistema y conocerlo a la perfección, porque tenemos que elevarnos por ahí y debemos conocer el camino con exactitud. El estudio mismo ya nos eleva, nos conecta con lo que estudiamos; luego llegaremos a otro nivel más elevado y después que conozcamos todo el sistema de arriba hacia abajo tendremos que entender y estudiar cómo se practica la elevación de abajo hacia arriba.
Desde luego que el refinamiento y la elevación se consiguen por medio del cumplimiento de la Torá y las mitzvót. Aquél que quiera escalar el Everest necesita un equipo apropiado; también el que quiere subir a mundos o niveles espirituales más elevados deberá ir equipado como conviene.
Esto también podemos verlo reflejado en el lenguaje hebreo, que es un lenguaje sagrado-lashón hakodesh, donde está todo el sistema de ramificaciones, o sea todas las causas y consecuencias posibles. La esencia de todo nombre en el lenguaje sagrado, expone ante nuestra mente todos los significados necesarios. Quien entiende lashón hakodesh, sólo leyendo el nombre de un animal entenderá como es éste sin necesidad de ir al zoológico, porque podrá comprender su esencia. Los otros idiomas son conjuntos de letras, con imaginación y sentido que el ser humano construyó a un nivel social. Por ejemplo, porqué se llama así el fruto ananás o el rio Niágara, vemos que son denominaciones imaginadas, no hacen referencia a la esencia de la cosa. Un ejemplo en hebreo es el animal jamor-asno, que quiere decir que procede de la materia-jomer, y en la Torá, montar sobre el asno significa estar por encima de todo lo material. Este es un significado pero no es la mera esencia del jamor.
Extraído del curso Introducción a la Kabalá impartido por Rav David Scher en cursos halel www.halel.org © del autor 2011. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este texto puede ser reproducida de ninguna forma sin previa autorización escrita de los propietarios del copyright: ravdavid@orpnimi.org.il