Derecha, izquierda, derecha
La sefirá de dáat tiene la función de unificar a dos sefirot que actúan de forma opuesta: jojmá y biná. ¿Cómo las une? Jojmá y biná tienen orót diferentes y se activan independientemente una de otra. Es por medio de un pedido que dáat las une y hace que cada sefirá esté dispuesta a dar lo mejor que tiene para cubrir las necesidades de dáat.
Este proceso tiene dos etapas, adquirir dáat (determinar la cualidad del or) y activarla con el pedido para recibir or de jojmá y biná armónicamente. Por ejemplo, si el hombre es jojmá y la mujer biná y la interacción entre ellos es dáat, habrá un entendimiento mutuo completo en la manera de comunicarse y de actuar. Pero si no renuevan el dáat, quedarán estancados en un mismo nivel. Y esto provocará que cada cónyuge vaya por su lado, se separen o acaben divorciándose. Porque cuando recibimos el or a través de dáat nos pensamos que eso es todo y no activamos el pedido constantemente, no hay renovación. Entonces, el deleite contínuo se extingue y forma un vacío. Daát traduce ese vacío en un pedido y atrae un or más elevado de jojmá y biná.
¿Por qué no elevamos dáat constantemente? De la misma forma que nuestro rostro se refleja en el agua, así vemos reflejado nuestro corazón en el prójimo. Lo que sale del corazón, el prójimo lo entiende perfectamente. El Baal Shem Tov dice que el reflejo en el agua de una persona erguida hace que ésta se vea muy grande y cuando se agacha, su reflejo es más pequeño. Cuando una persona muestra su orgullo, el prójimo (pareja, hijos, compañeros, etc.) también lo reflejará de la misma manera que se produce el reflejo en el agua. Sin embargo, si actúa positivamente, el prójimo también actuará así.
“Vaidaber Hashem elMoshé Paním elPaním”, el Baal Shem Tov nos explica este versículo con un ejemplo de cómo llegó Moshé a un nivel tan alto que hablaba con HaShem cara a cara. Moshé era tan humilde que su reflejo en el agua era absolútamente pequeño así se juntaron las dos caras y eso es lo que nos explica el versículo.
Podemos recibir dáat si nos anulamos. Cuando Moshé se anuló por completo, HaShem habló con él. Junto con HaShem el hombre es ilimitado, todo es novedoso, tiene una renovación sin fin. De esa manera se puede entonces tener un deleite constante, el ser ha llegado a su raíz de origen y recibe directamente de ésta.
Ha llegado al lugar elevado dónde dáat no tiene que ascender o descender, pues ya se ha adherido y está constantemente pidiendo y uniendo a jojmá y biná.
Jojmá y biná iluminan a dáat sólo cuando ésta asciende, pero hay una forma en la cual dáat puede permanecer ahí sin tener que bajar de nuevo y renovarse siempre. Esto es posible porque jojmá y biná le dan cada vez un or distinto, un deleite continuo, que se renueva siempre sin necesidad de pausas.
La mayoría de nosotros no percibimos la monotonía que se genera en nuestra vida particular cuando se nos olvida activar dáat para poder recibir un or nuevo, un deleite diferente.
Resumiremos que para lograr que el dáat pueda renovarse todo el tiempo hay que hacer como Moshé Rabeinu: anularse y recibir todo sin condiciones.
Los temas más destacados los damos por sabidos: quién creó el mundo, quienes somos y para qué vivimos. No profundizamos y por lo tanto no se renuevan. Si no hay renovación, no hay alegría y consecuentemente no se eleva el nivel.
Como decía el Rav de Kötz, en vez de enseñar al que está en la oscuridad la manera de encontrar el alimento, es mejor abrir un agujero en la muralla para que entre luz. El hombre se innova cuando se eleva.
En el versículo Ki tisá et Rosh Bnei Israel, HaShem le dice a Moshé: “Tú eres el guía del Pueblo y para elevarlos háblales de las mitzvót” y cuando vean qué trabajo tan hermoso hacen, se elevarán y se fortalecerán en su renovación. Dáat llega hasta jojmá y biná por medio de la acción de la mitzvá. La mitzvá es como un kli que tiene depositado en sí mismo un or específico.
Hay dos formas de elevarnos, una agradeciendo lo que tenemos; por medio del agradecimiento incentivamos que nos den más. La segunda forma es ver el vacío, lo que nos falta y cómo llenarlo. A unos les estimula la actividad, a otros el vacío.
En el libro del Profeta Iejezkel hay una profecía en la que él ve a tres hombres: Nóaj, Iyob y al profeta Daniel. Cada uno vivió en épocas diferentes, pero él los ve juntos. Rashi explica que cada uno de ellos vivió episodios únicos que no vivió nadie más. Vivieron una construcción, una destrucción y una reconstrucción. Nóaj vivió en el mundo antes del mabúl-diluvio; vio el mundo, a su generación y fue el único que se salvó con su familia de la destrucción del mundo, viendo también su subsecuente reconstrucción. Iyob pasó su construcción, destrucción y reconstrucción personal, tenía todo lo que un ser humano puede recibir e imaginar; después se quedó sin nada y luego volvió a recuperarse. El profeta Daniel vivió en Jerusalem en la época del Primer Bet Hamikdash; vio su destrucción y la construcción del Segundo Bet Hamikdash. Noáj, Iyob y el profeta Daniel representan los tres kavím: derecho, izquierdo y medio.
El kav derecho es jésed, Nóaj ayudaba al Pueblo, pero no tenía gvurá para “enfrentarse” a HaShem y pedirLe por éste tal y como lo hizo Avraham. Iyob, el kav izquierdo, después de las fiestas con sus hijos, ofrecía sacrificios oláh a HaShem. En sus korbanót todo era para HaShem, pero no se relacionaba con las personas. Rezaba siempre por sus hijos, pero no por la comunidad. El profeta Daniel es el kav intermedio, rezaba por todos teniendo así una conexión exacta, con HaShem y con el Pueblo.
Aprendemos que siempre existe una posibilidad de renovación constante, construir, ver la destrucción y reconstruir algo mejor. La construcción es cuando nos llega el or por medio de dáat, la destrucción es cuando dáat asciende para llegar a un nivel más elevado, en cuyo momento no recibimos nada, y la reconstrucción es el momento elevado donde volvemos a recibir.
Al caminar no podemos adelantarnos solamente con la pierna derecha, tenemos que utilizar también la izquierda y así avanzaremos, derecha, izquierda, derecha, sin pausa hasta llegar al objetivo BeEzrat HaShem.
Rav David Scher
Extraído del curso Cómo hacer la cosa justa en el momento justo impartido por Rav David Scher en cursos halel www.halel.org © del autor 2011.
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